NUDIALLI e invita a leer: Curiosidades sobre el alcoholismo
«La borrachera no existe más». Así empezaba, en grandes letras de molde, un anuncio que diariamente apareció en la prensa española entre 1906 y 1924. La longeva existencia de este producto en concreto en el mercado se debió a lo que prometía, el milagro de una cura rápida e indolora para el alcoholismo. El llamado «Polvo Coza», protagonista de esta publicidad, producía supuestamente «el efecto maravilloso de disgustar al borracho de alcohol (cerveza, vino, ajenjo, etc.) Obra tan silenciosamente y con tanta seguridad, que la mujer, hermana o hija del bebedor se lo pueden administrar sin saberlo él y sin que se necesite decirle lo que determinó su cura».
No me digan que no parecía una maravilla: una medicina insabora e inolora que actuaba eficazmente acabando para siempre con los perversos efectos de la adicción. El polvo Coza hizo su aparición en España en 1906 como un remedio de elaboración inglesa («fabricado por el Instituto Coza, 62 Chancery Lane, Londres, Inglaterra») del que se podía obtener una muestra gratis escribiendo al fabricante o presentando directamente el anuncio en la farmacia. Garantizado e inofensivo para cualquier otro tipo de dolencia, el polvo Coza había en teoría «reconciliado a millares de familias, salvando a miles de hombres del oprobio y del deshonor y volviéndolos ciudadanos vigorosos y hombres de negocios capaces; ha conducido a más de un joven por el camino derecho a la felicidad y prolongado muchos años la vida de ciertas personas. Se vendía en las principales farmacias de todas las ciudades de España y su gráfica publicitaria (una botella antropomorfa estrangulada o una mujer sollozando frente a un marido beodo) no dejaba lugar a dudas.
Lo malo es que todo esto era una engañifa. 'The British Medical Journal', una revista médica inglesa quiso corroborar el milagro de Coza y después de estudiar su compisicón química y posibles efectos publicó un artículo en 1909 sobre el particular. Sus conclusiones fueron demoledoras pero desgraciadamente no llegaron a salvar del fraude al público español: el polvo de marras estaba compuesto por bicarbonato en un 90,5%, siendo el resto comino y canela molidos. No había ningún otro ingrediente detectable, de modo que por supuesto que era inocuo pero también absolutamente engañoso. La ingestión del polvo Coza no tenían el más mínimo efecto sobre el organismo, y menos contra el alcoholismo. De lo que se trataba era de vender esperanzas a buen precio.
En 1927 la marca se registró para su elaboración directa en España, en el laboratorio del doctor Garreta (Barcelona). Parece que en esa época Coza había cambiado algo la composición de su producto y según Pharmakoteka, la base de datos de medicamentos antiguos, llevaba bicarbonato, anís, canela, ruibarbo, algo de quina y genciana.
Y no se crean ustedes que éste fue el primer bulo en materia de medicinas contra la adicción. En 1904 se pregonaba en prensa, por ejemplo, que según un oculista americano, todos los aficionados a la bebida tenían mala vista, de modo que poniéndoles gafas adecuadas o curando la patología visual que tuvieran se arreglaba el problema. También se cantaron las supuestas bondades del agua San Pellegrino contra «la cirrosis del hígado consecuencia de la malaria y el alcoholismo» mientras que España entera se embolingaba con Agua del Carmen (con una graduación alcohólica de 57%) para curar los mareos, las indisposiciones estomacales y los estados nerviosos. Menos mal que hemos cambiado.
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