DECÁLOGO PARA LUCHAR CONTRA LA ADICCIÓN:

 (1) Admitir el problema y decidir hacer un cambio. El primer e indudable paso ante cualquier adicción – o toda patología – es aceptar la realidad y ser consciente de que la adicción que se tiene no es saludable y perjudica la salud.

(2) Tomar consciencia. Ya sabes que tienes un problema, una adicción. Ahora bien, ¿estás dispuesto a hacer el cambio? Analiza cuán dispuesto estás a superar la adicción. Para lograr la recuperación debes querer mejorar.
(3) No pienses que estás loco. Elimina tus prejuicios y ten la mente abierta. Las patologías mentales no significan estar loco y cualquier persona puede caer en una adicción, una respuesta innata para cubrir problemas o angustias más profundas. Ahí está el verdadero trabajo personal – analizar qué ha motivado la patología – pero para ello, primeramente, se debe tratar la sintomatología de la adicción y erradicarla.
(4) ¡Inicia un tratamiento psicológico! Nadie mejor que un terapeuta podrá guiarte adecuadamente en los pasos de tu recuperación. Podrás expresarte abiertamente y encontrar en tu interior las respuestas a tus propias preguntas. El psicólogo es el guía que te abre la puerta a tus herramientas personales para potenciarlas.
(5) Apúntate a un grupo de apoyo. Aunque parezca de película, es la realidad. Una adicción conlleva el sentimiento de soledad e incomprensión pero, como se suele decir, “no estás solo”. Hay mucha gente que está pasando o ha pasado esta misma situación así pues, ¿por qué no apoyarse unos a otros? Los grupos terapéuticos de apoyo son esenciales en patologías de adicción ya que permiten compartir la experiencia, encontrarse protegido y escuchar las estrategias de aquellos que están en un mejor estado. Son espacios íntimos donde no hay prejuicios ni vergüenzas: todo el mundo está al mismo nivel.
(6) Sigue las indicaciones pautadas. Aunque algunas puedan sonarte ilógicas, todas las recomendaciones terapéuticas tienen su razón en el tratamiento. Piensa que si la adicción está arraigada, tu inconsciente buscará cualquier posibilidad para dar rienda suelta al síntoma – sea el motivo de adicción que sea. Así pues, aunque cueste, atáñete a todas las pautas. Si se te imponen es por una razón.
(7) Pide la ayuda y colaboración de las personas más cercanas y/o de convivencia. Superar una adicción por propia cuenta es muy difícil y aún teniendo la ayuda psicológica también es importante contar con el apoyo de las personas más íntimas. La familia, la pareja o las amistades deben conocer qué ocurre y cómo actuar a fin de ayudarte a mantener esas pautas que pueden ser tan difíciles de seguir. Así, te podrán ayudar en momentos de mayor debilidad y alejarte del objeto de adicción.
(😎 Evita las tentaciones directas pero no huyas de las actividades sociales naturales. Esto significa que evites aquellos contextos que están destinados al motivo de tu adicción – por ejemplo, si sufres alcoholismo, no acudas a un “botellón”. Pero tampoco quiere decir que evites todo contacto social que derive de un contexto sano o lógico – por ejemplo, una cena en un restaurante; en este caso no es el mismo contexto que un “botellón” y, aunque hay quien pueda pedir bebidas alcohólicas, no todos los comensales lo harán o bien puedes pedir la ayuda de alguna amistad.
(9) Toma especial atención cuando empieces a mejorar. Son momentos en que fácilmente puedes dejarte llevar por la felicidad de estar bien y pensar la típica frase de “por una vez no pasa nada”. Si que pasa, pero tampoco te martirices. La clave es no minimizar las recaídas y poder llevarlas a terapia a fin de analizar la situación. Tener en cuenta que sí has recaído pero que no supone tu perdición. Las recaídas se entienden como un proceso natural en la recuperación de una adicción, cuya mejoría se observa cuando éstas se van espaciando cada vez más en el tiempo.
(10) Recuerda que SÍ se puede superar. No lo olvides nunca y tenlo presente. Aunque recaigas, aunque lleguen época difíciles y donde te sientas más vulnerable, ten el optimismo y la fuerza para tirar adelante. Si otros han podido, tú también. Así que olvida la idea de “yo soy diferente” o “yo no podré” porque es totalmente falso: del mismo que todos podemos caer, todos nos podemos levantar.

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