«El alcohol dio la vuelta a mi vida como a una tortilla»

 

«El alcohol dio la vuelta a mi vida como a una tortilla»

El grupo de Alcohólicos Anónimos Tercer Legado celebra mañana en el Carbayedo una reunión informativa abierta al público

C. DEL RÍOAVILÉS.

Es una enfermedad sin cura de la que se puede salir. Y para no olvidar los estragos que causa, Carlos y Virgilio siguen participando en las reuniones de Alcohólicos Anónimos a pesar de haber roto con el alcohol hace años. Es parte de una terapia de por vida de la que mañana, sábado, el grupo Tercer Legado, uno de los cuatro de Alcohólicos Anónimos en la comarca, abre sus puertas con motivo de su 35 aniversario.

«Mi vida dio la vuelta como una tortilla». Carlos resumió así ayer, en la presentación de la convocatoria en la sala de prensa del Ayuntamiento de Avilés en compañía de dos compañeros y del concejal Pedro García, lo que representó el alcohol en su vida. Después de estar negando la evidencia durante muchos años, tuvo que «estar y sentirme solo» para coger las riendas de su recuperación. Su familia, como la del resto, es parte del rastro de destrucción que deja el alcohol por el camino. Por eso, Armando, el más joven de los tres con 36 años, tiene «mucha fe en esto» porque ve su futuro en las experiencias de los demás, «historias cortadas por el mismo patrón» que a él, que lleva sin probar una gota de alcohol desde hace nueve meses, le sirven para recordar que está a tiempo de conservar indemnes a sus hijos pequeños, la única parte familiar que no ha salido dañada de su adicción al alcohol.

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Armando cogió sus primeras borracheras con diecisiete años. «Era bebedor de fin de semana». El problema se acrecentó con el aumento de su poder adquisitivo. Comenzó a beber entre semana pero no se dio de bruces con la realidad hasta que empezó a hacerlo en el trabajo. Ni con esas. El alcohol siempre es más fuerte. Tuvieron que llegar los problemas legales por conducir bajo la influencia del alcohol para tocar fondo, buscar el número de teléfono de Alcohólicos Anónimos en Google y unirse a un programa que salva vidas pero en el que «no se pueden tomar vacaciones» porque, como confiesa Carlos, «entonces igual aparezco por ahí tirado».

El alcoholismo es, según señalaron ayer los afectados, una enfermedad que no entiende de crisis porque «para beber siempre aparece el dinero», pero sí de género. El hombre bebe en los bares, la mujer en casa.

Estos y otros testimonios de apoyo y de superación se podrán escuchar mañana, a partir de las 19 horas en la sede de la Asociación de Vecinos El Hórreo, en el número 16 de la calle del Doctor Marañón, en una jornada en la que estarán acompañados por profesionales médicos.

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